lunes, 20 de junio de 2011

De las entrevistas

Tiempo después de que mi ortodoncista me diera fecha para quitarme los brackets y de que mi tesis fuese finalmente aprobada en mi universidad, decidí inscribirme en Cultural Care. Así que hablé con mi representante, me dio mi MXO, hice mi depósito por 260 pesos y días después fui a  su casa para mi entrevista.

La entrevista en español fue más profunda de lo que esperaba. Me preguntó qué haría yo para entretener a los niños durante todo un día si hubiese una tormenta de nieve y no pudiera salir a jugar con ellos. La respuesta no fue tan sencilla como parecería, pues a pesar de listarle varias actividades que se me ocurrieron me dijo: “y con todo eso apenas llevas medio día”. ¡Ja! Me preguntó también, qué haría en caso de que los niños fuesen malcriados, qué esperaba de la familia y qué creía que la familia esperaría de mí. También me preguntó qué haría si descubriera que los papás tienen problemas o que son una familia disfuncional. Yo contesté que mi trabajo era para con la seguridad y bienestar de los niños por lo que no podría inmiscuirme en los asuntos internos de la familia. Me felicitó por ello y me contó de varias niñas que se van a Estados Unidos creyendo que serán la solución para las familias. Me contó de una aupair que se metió en problemas por aconsejar a la mamá, ya que ella vivía priorizando sus asuntos laborales  y dejaba a los niños bajo el cuidado perpetuo de la aupair y otras niñeras. Eso jamás se debe hacer bajo mi óptica y al parecer, tampoco bajo la de la agencia, pues no es el trabajo de una aupair: no te están pagando por dar tu opinión sobre la estructura familiar.
 La entrevista también incluye aspectos personales como el suceso más doloroso de tu vida, tus hobbies y tu personalidad en general, que son más fáciles de contestar y brindan la oportunidad de mostrar tu lado sensible yoseréunagranaupair.

La entrevista en inglés es mucho más sencilla de lo que yo me imaginé, y la hacen –al menos en provincias de México- vía telefónica. Había leído en otros blogs que consiste en ítems situacionales como: “¿qué harías en caso de que tu hostkid hiciera un berrinche y te pateara en un lugar público?” O “imagina que estás en un incendio y debes llamar a los bomberos”. Afortunadamente a mí no me tocó ninguno de esos cuestionamientos, pues si en mi idioma me habría sido difícil responder a ellos, en inglés me habría sido imposible.
En su lugar, la entrevista comenzó con un amable: “please, introduce yourself” a partir del cual se desprendieron más preguntas relacionadas con lo que yo iba contestando. Muy sencillas, la verdad. Simples, de estructura básica. Por ejemplo, me preguntó qué me gustaba hacer en mi tiempo libre y contesté que leer. Me preguntó nombre, autor y trama del último libro que había leído. Nada que alguien con un inglés promedio no pueda contestar.
Al final me preguntó qué opinaban mis papás de mi decisión, pero no entendí la pregunta porque la dijo muy rápido así que después de unos segundos de incomodidad le dije, en inglés, que no había entendido y terminé con un amablísimo: “would you miiiiiind repeating the question once more?”. Accedió muy amable, entendí la pregunta y contesté.

Después de eso me dijo que no veía que tuviese problema para comunicarme con las familias, por lo que podía continuar con mi trámite y me asignó una puntuación de 5.5, que en voz de mi representante es bastante decente.
Hasta ahí con la entrevista. Después vino el papeleo que me llevó todo un mes.