viernes, 15 de abril de 2011

Agencia número 2: Edu & Care.

Aunque ya sabía de las ventajas de Cultural Care por sobre las otras agencias, decidí visitar una segunda. Para ello, tuve que viajar a una ciudad vecina y entrevistarme con la directora. La entrevista fue un veinte por ciento productiva, el otro ochenta estuvo destinado a escuchar a la mujer hablar sobre su vida en el extranjero, las costumbres de los ingleses y su gran capacidad para dirigir una empresa ‘líder’ enviando aupairs al extranjero.

La información fue clara aunque ya la conocía yo. El costo era similar que en Cultural Care de EF pero con la diferencia de que el primer pago requerido era de la mitad y no del dos por ciento como lo que pagas en EF al inscribirte. Sobre el seguro médico me dijo que no tenía cobertura extendida, sino que cubría las emergencias médicas básicas: si un día jugando te caes sobre una botella de vidrio rota, muy gustosamente pagarán por tus puntadas, el doctor te regalará una paleta de caramelo y después te harán llegar el deducible. Pero si tienes un accidente automovilístico, entonces reza porque la familia tenga cobertura total para su automóvil, o bien, que salgas ilesa de entre los fierros retorcidos. Para animarme y disfrazar esa limitación, me dijo que en catorce años jamás han tenido una aupair que requiera atención médica de gravedad; pero eso de cualquier manera, no es garantía para nadie. ¿Quién te garantiza que no serás la primera aupair de Edu & Care que vaya presa por no tener solvencia para pagar miles de dólares por atención médica intensiva o quirúrgica? Eso me dejó muy intranquila.

Después de ocho mil horas más de entusiasta blablablá de su parte, me dijo: “Bien, Vanilla. Hemos hablado suficiente español: let’s speak english”. Dicho eso, quise morir: no estaba preparada para ello. Si bien leo el inglés perfectamente y lo escribo muy decente, mi oído y mi lengua no están preparados al mismo nivel que mis ojos y mis dedos, así que empecé a temblar. 
Me dijo que le dijese cualquier cosa sobre mí. Me describí como lo haría cualquier púber de secundaria en su curso de inglés de segundo año: nombre, edad, ocupación. Dicho eso, le confesé (en inglés, al menos) que estaba muy nerviosa porque no esperaba eso. En inglés también, me preguntó por qué me preocupaba tanto. Le contesté que porque sabía que se trataba de una evaluación y que ella sabría que mi inglés era pésimo. Entonces, como psicóloga wanna be, me preguntó si no era yo demasiado exigente conmigo misma; así que a partir de ahí me solté y hablé por horas de una falsayó que se exige tanto para que las cosas le salgan bien y que espera del mismo modo, que los demás hagan las cosas bien. Me preguntó sobre la utilidad del optimismo en estos días y si no me exponía demasiado a que las personas me decepcionaran. Le contesté con un sentidísimo “Everyday!” que si un productor de Televisa hubiese oído, seguro me habría contratado para alguna novela. Ella preguntaba cosas muy sencillas: cuestiones cortas con palabras legibles. Hablaba despacio, dibujaba cada palabra en sus labios así que me fue fácil entender. Era casi como escuchar el español. Lo malo pues, es que hablar con un nativo americano no tiene nada qué ver con la velocidad y la pronunciación de un latino.

Después de mi entrevista en inglés, me dijo que tenía un nivel aceptable para el programa. Aunque ya sabía que no elegiría su agencia, me sentí conforme con la visita: supe que mi inglés no equivalía al de un ciego dibujando kanjis.
  
Esa noche salí y regresé a mi casa, sabiendo que ya había tomado una decisión.

viernes, 1 de abril de 2011

Agencia número 1: Cultural Care.

Familiares y amigos en Estados Unidos me recomendaron perfilarme para nanny de manera independiente, porque el sueldo de las au pairs es muy pero muy pequeño. Sin embargo, no quise arriesgarme a una negación de visa, por lo que decidí hacerlo a través de una agencia parasitaria que me indicase cómo hacer todo paso a paso y facilitase mi llegada a tierra americana.

Así que primero visité a mi representante de Cultural Care, que es la agencia más conocida en mi país y la misma que algunas excompañeras de preparatoria usaron para ir al extranjero a trabajar de niñeras. Me recibió la representante en su casa y con una limonada en la mesa, me llenó de información.
Admito que salí un poco desanimada porque ella me confesó que a las chicas de mi edad rara vez son escogidas, pues las familias prefieren chicas jóvenes, recién egresadas de la preparatoria que perfilen para ser sus hijas mayores y no otro adulto en casa al que ya no puedan dominar. Cosa rara. Yo soy psicóloga y tengo 25 años, y pensé que eso me daría alguna ventaja, pero en voz de la representante, no sería así.

Me dijo además que debía tener licencia de conducir con años de antigüedad, documento que yo no tenía, lo que causó decepción en la representante pues dijo que una aupair con una licencia reciente equivale a una aupair que tiene poca experiencia manejando, por lo que su proceso de selección se torna más difícil ya que la gran mayoría de las familias buscan chicas que tengan mucha experiencia al volante para fiarles el transporte de sus hijos. Tampoco sabía nadar aunque dije sí (no habría podido soportar otra cara de desilusión de la representante: ¿qué tal si me quitaba mi vaso de fresca limonada?). Así que no salí muy convencida de que pudiese seguir adelante con mi idea de trabajar en el extranjero. Sin embargo, la inquietud estaba ahí y sabía que tenía que hacer lo necesario para al menos decir que había intentado todas las opciones antes de desistir.

De Cultural Care me agradó que hay seguro por cancelación: si te casas, si encuentras un trabajo ultrarremunerado o  si envejeces antes del match (o sea, cumples los 27 y sigues sin familia), te devuelven tus 1600 pesos de la entrevista; lo cual era muy probable que me pasara a mí, debido a mi edad y a mi falta de paciencia para los procesos de selección. También me generó confianza que su seguro tuviese cobertura total, a excepción de la dental, claro; pero sobre todo, el hecho de que los dos pagos más pesados del programa (más de cinco mil pesos que equivalen a seis semanas de mi sueldo) se efectúan hasta que has acordado con una familia trabajar para ellos. Eso me beneficiaría mucho a mí, debido a que yo pediría un préstamo para cubrir esas cuotas y deseaba que pasara el menor tiempo posible entre el préstamo y mi primer sueldo como aupair.

Me explicó sobre el proceso: me dijo que la entrevista en inglés no la hacía ella si no una persona de la agencia vía telefónica y que en caso de no aprobarla, no avanzaría en el proceso. Es decir: no había riesgo de pagar una fuerte cantidad de dinero por el programa para que después me dijesen que no era apta para tal.

Con el sentimiento de ser muy vieja y poco rentable para una familia extranjera buscando hacer valer sus millones, me despedí de la representante y le aseguré que la llamaría en cuanto hubiese atendido los dos pendientes que me mantenían en mi país: mi titulación y mi tratamiento de ortodoncia.